A principios del siglo XX, una expedición científica en Machu Picchu, Perú, condujo al descubrimiento de más de 170 sitios de entierro, muchos tumbas poco profundas escondidas debajo de rocas. Fueron los artículos de cerámica encontrados dentro de las criptas los que plantearon dudas sobre la composición demográfica del sitio. Los hallazgos sugieren que Machu Picchu actuó como un crisol de distintas culturas, con personas de varias partes del imperio inca y más allá.
Un análisis del adn identificado —cuyos resultados fueron publicados en la revista científica Science Advances— ha arrojado nueva luz sobre la historia del sitio arqueológico —la famosa Ciudad Perdida de los Incas— y ha revelado la diversidad genética encontrada entre los restos de Machu Picchu.
La evidencia arqueológica anterior sugería que los sirvientes en el sitio procedían de varias regiones del imperio inca. Sin embargo, para confirmar sus orígenes, los investigadores secuenciaron el adn antiguo de los restos de 68 individuos, de los que la mitad fueron enterrados en Machu Picchu y los otros 34 en la capital del imperio: Cusco.
El análisis de la información genética, realizado por un equipo internacional de investigadores, reveló que 17 individuos tenían ascendencia de áreas distantes, incluidas la costa peruana, la sierra y las regiones amazónicas, así como diversas regiones de Ecuador, Colombia, Brasil y Paraguay.
En tanto, solo siete individuos tenían vínculos genéticos claros con las tierras altas locales, donde se encuentran Machu Picchu y Cusco. Mientras que los 13 individuos restantes tenían ascendencia mixta, posiblemente derivada de las relaciones formadas en el sitio.
No obstante, las autoridades no confirmaron que alguno de los restos tuviera material genético “local”.
Los hallazgos sugieren que Machu Picchu actuó como un crisol de distintas culturas, con personas de varias partes del imperio inca y más allá, que llegaron a desempeñar roles como “mujeres elegidas” y “hombres elegidos”. Estos individuos fueron seleccionados a una edad temprana y asignados al servicio estatal, aristocrático o religioso, pasando sus vidas atendiendo al patrimonio real.
Sorprendentemente, a pesar de sus diversos orígenes, las personas enterradas fueron tratadas por igual en la muerte, lo que indica un sentido de igualdad dentro de la comunidad.
“Esto podría implicar que se consideraban iguales en estatus entre sí, lo que a su vez sugeriría que nacieron en otro lugar y llegaron a Machu Picchu de forma independiente, en ocasiones formando relaciones y teniendo hijos”, comentó una de las autoras de la investigación y estudiante de doctorado en antropología genética, Roberta Davidson.
El estudio también reveló que el establecimiento del imperio inca desempeñó un papel en la atracción de personas de regiones distantes a la ciudad, uno de los focos de interés peruanos de mayor relevancia y reconocimiento a nivel mundial.
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/ Imagen principal: © Flickr / Dan Merino