Esta muestra que celebra la producción de Mabel Rubli (Buenos Aires, 1933) resulta doblemente inaugural. Por un lado, es la primera exposición que el Museo Nacional de Bellas Artes dedica a la artista, una de las más destacadas grabadoras argentinas. Al mismo tiempo, reúne por primera vez el conjunto de piezas de Rubli pertenecientes al acervo institucional, que fueron incorporándose a la colección a partir de los años 60.
Referente del grabado moderno local, a lo largo de siete décadas de actividad Rubli ha desarrollado un extenso corpus de obra signado por la exploración de las relaciones entre imagen, poética, técnica y dispositivo. Desde 1956, indagó en las poéticas abstractas —muy poco habituales para el grabado argentino de la época—, en imágenes con texturas logradas mediante técnicas gráficas novedosas. Un grupo de seis estampas de esas series fue adquirido en 1962 por Jorge Romero Brest para la colección del Museo Nacional de Bellas Artes. La incorporación de esta obra moderna era notable, no solo por su registro experimental, sino también porque la compra de grabado argentino para el acervo de la institución era una rareza en ese momento. El director del Museo hacía entonces una fuerte apuesta por la obra de una joven artista grabadora.
Las estampas del acervo del Museo dialogan en esta muestra con algunas piezas más recientes de la colección personal de la artista, reunión que permite dar cuenta de la organicidad de sus búsquedas. De marcado carácter experimental, los trabajos que Rubli realizó en las décadas de 1960 y 1970 son el eje de esta exposición. Son los años de las primeras abstracciones y de los fotograbados con imágenes tomadas de medios gráficos, del temprano reconocimiento institucional y de los Grabados espaciales, de 1970. De esta última serie, Pasaje I ‘Lied nocturna’ pasa a integrar hoy el patrimonio del Museo, gracias a la generosa donación de su creadora.
Las búsquedas experimentales que Mabel Rubli venía desplegando en su obra tuvieron un momento de fuerte expansión en la serie Grabados espaciales. En ella ponía en cuestión la tradición del grabado bidimensional y multiejemplar, a la vez que ensayaba con una mixtura de técnicas como nuevo recurso para la gráfica contemporánea. Las obras estaban conformadas por aguafuertes impresos sobre imágenes realizadas por el fotógrafo Pedro Roth, montadas sobre volúmenes geométricos y otros cuerpos de formas ondulantes.
El conjunto se presentó por única vez en la Galería del Triángulo, de la ciudad de Buenos Aires, en noviembre de 1970. Más de cincuenta años después, en 2021, una obra de esta serie, Pasaje I ‘Lied nocturna’, se exhibió nuevamente como parte de una muestra en el Museo Nacional del Grabado, donde pudo ser descubierta por públicos de nuevas generaciones. Hoy, fruto de la donación de Rubli, esta pieza se incorpora a la colección del Museo Nacional de Bellas Artes.
La serie Almagro alude al barrio de la ciudad de Buenos Aires donde vivía Mabel Rubli a principios de los años 60. Sus Diurnos y Nocturnos se construyen a través de la exploración con texturas, variaciones cromáticas y, en algunos casos, la experimentación con el formato irregular. El conjunto fue expuesto en la galería Nice, en 1963, y el catálogo incluyó un texto del crítico Jorge Romero Brest, por entonces director del Museo Nacional de Bellas Artes, en el que destacaba las búsquedas de la artista en torno a nuevas variables gráficas: “Como muchos grabadores de hoy, Mabel Rubli no parece respetar este carácter, creando formas para una sola vez, restringiendo el tiraje al mínimo, lamentando tener que hacerlo. Pero lo respeta, en definitiva, al presentar sus grabados en serie. […] Y sin repetirse nunca, aprovechando todas las posibilidades del gran tema, tesonera, segura, honda. Además, conoce su oficio a maravilla. Pero, ¿de qué le serviría si no liberara la imaginación? Jamás habría obtenido como premio de tal libertad el orden necesario de sus grabados”.
En la Serie de Nuestro tiempo, Mabel Rubli puso en juego un recurso gráfico novedoso para la época, el fotograbado, que superpuso a la impresión de aguafuertes de matrices circulares con bordes irregulares. Recursos visuales como el grafismo gestual y la impresión en relieve —que ya había trabajado en la serie Las palomas o en algunas de las Odas elementales— aparecen aquí superpuestos a collages de imágenes tomadas de periódicos.
El grabado y la gráfica masiva se aúnan en estas obras que aluden a cuestiones coyunturales: la guerra de Vietnam, el cierre de ingenios azucareros tucumanos y la carrera espacial. Cuatro piezas de esta serie fueron incluidas en Grabados argentinos (Museo Nacional de Bellas Artes, 1967), una de las exposiciones de gráfica más importantes de los años 60.
Mabel Rubli fue una de las artistas que integraron en 1965 el núcleo inicial del Club de la Estampa de Buenos Aires. Esta agrupación, impulsada por Albino Fernández, desarrolló un programa de exposiciones y de edición de obras de artistas históricos y contemporáneos.
Mabel realizó algunas xilografías para el emprendimiento, como la estampa de la Serie de los guerrilleros que forma parte de la carpeta donada por la asociación de grabadores al Gabinete de Estampas del Museo Nacional de Bellas Artes. Ese espacio destinado al estudio y conservación de obras gráficas de la colección del Museo fue inaugurado en 1963 y estuvo activo aproximadamente hasta 1970, una etapa de intensa producción gráfica en el país.
* Silvia Dolinko, curadora de la exposición, es doctora en Teoría e Historia del Arte (UBA).Texto escrito especialmente para la exposicion, que sigue hasta el 3 de noviembre en el Museo Nacional de Bellas Artes, Av. del Libertador 1473, de martes a viernes, de 11 a 19.30, y sábados y domingos, de 10 a 19.30, con entrada gratuita.
@P12