Argentina | La exposición “Rebeldes” reúne a los libros infantiles prohibidos por la dictadura | El sábado 29 en La Nube,  Jorge Newbery 3537

Argentina | La exposición “Rebeldes” reúne a los libros infantiles prohibidos por la dictadura | El sábado 29 en La Nube,  Jorge Newbery 3537

En el mes de la memoria, la Biblioteca La Nube, histórico centro cultural de la Ciudad de Buenos Aires dedicado a la infancia y a la promoción de la lectura, suma una propuesta para toda la familia: Rebeldes. Libros y Narrativas de la Memoria, una exposición que reúne una selección de los libros infantiles que fueron prohibidos por el terrorismo de Estado. Con entrada colaborativa, el encuentro se realizará este sábado 29 de marzo y el 5 de abril, de 16 a 20, en la sede del espacio (Av. Jorge Newbery 3537).

La bibliografía expuesta incluye más de 70 libros que pertenecen a la Biblioteca y al Centro de Documentación del espacio, que este año celebra su 50º aniversario desde que abrió sus puertas como la primera librería especializada para las infancias de la Ciudad. Ana Medina, coordinadora de La Nube, e hija de su fundador Pablo Medina, asumió la curaduría del material exhibido en el cual se encuentran ficciones que se editaron en los ’70 y obras que aluden a esa época histórica en la Argentina, y que se publicaron desde el inicio de la democracia hasta la actualidad. La actividad se completa con un espacio de lecturas, juegos y creación.

“Los libros expuestos tienen la particularidad de haber sido censurados explícitamente por el Poder Ejecutivo Nacional u otro organismo estatal, excepto dos títulos sobre los cuales, como ocurrió con otros, hubo una censura implícita, lo que implicó que algunos autores y editores tuvieran que exiliarse, como fue el caso de Beatriz Doumerc y Ayax Barnes”, comenta Medina.

En 1977, un decreto militar prohibió el clásico infantil Un elefante ocupa mucho espacio, de Elsa Bornemann. Publicado en 1975, fue acusado de contener “cuentos destinados al público infantil con una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria para la tarea de captación ideológica del accionar subversivo”. Más tarde, en 1979, se censuró La torre de cubos, el primer libro para chicos de Laura Devetach, por “simbología confusa, cuestionamientos ideológicos-sociales, objetivos no adecuados al hecho estético e ilimitada fantasía”.

Rebeldes rinde tributo a esos títulos, a los cuales se suman otros como La línea, El pueblo que no quería ser gris, Truck sale de paseo y Cuando todo pasa volando, cuatro libros de la obra colaborativa de la escritora Beatriz Doumerc y el ilustrador Ayax Barnes. En la lista de textos de autores y autoras argentinas también figuran: Los zapatos voladores de Margarita Belgrano y Jacinto de Graciela Cabal. Y de autores extranjeros se incluyen: La Ultrabomba de Mario Lodi, Cinco dedos de Brigitte Wengoborsky, Cuentos para niños traviesos de Jacques Prévert, y El nacimiento, los niños y el amor de Agnès Rosenstiehl. Y dentro de las “Narrativas de la Memoria”, hay también un sector con varias ediciones de El Negro de París de Osvaldo Soriano, o de El golpe y los chicos de Graciela Montes, el primer libro que le habló a las infancias sobre el horror de la dictadura.

-¿Qué criterios establecieron para realizar esa selección?

-El principal criterio fue integrar y generar un diálogo entre los dos grandes ejes de esta exposición que son, por un lado, los libros para la infancia que fueron prohibidos por la dictadura cívico-militar y, por otro lado, lo que se denomina “Narrativas de la Memoria”, textos que aluden a esa época. Entre estos dos grandes grupos están los libros informativos que se plantan para contarnos la realidad desde una perspectiva histórico-social. Y además, están los libros de investigación que no son específicamente para niños sino para jóvenes y adultos interesados en estas temáticas. Y otro de los criterios de selección tuvo que ver con el impacto visual y la vigencia que hoy pueden seguir teniendo esos libros que fueron prohibidos. Porque, aunque se hayan reeditado con otras ilustraciones o por otras editoriales, es importante garantizar que todos los lectores tengan acceso a esas publicaciones.

-La Nube surgió en 1975, por lo cual vivió la dictadura. ¿Qué ocurrió con la organización durante esos años?

-En ese tiempo, La Nube estaba en pleno centro de la ciudad, por lo cual era “visitada” de manera frecuente por grupos parapoliciales y eso era muy incómodo, según los relatos de las socias Marcela Silberberg y Marta Dujovne. Ellas se tuvieron que exiliar, pero Pablo Medina decidió quedarse y darle continuidad al proyecto en otro espacio que no estaba tan expuesto. Creo que mi padre fue de los casos que pudieron zafar, y por ende La Nube también, porque además de haber sido cesanteado de su cargo docente, mi mamá trabajaba en CAREF y tenía vínculos con el Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos. Yo era chica y me crié, de alguna manera, entre esos libros que pasaron a formar parte de esta gran Biblioteca y Centro de Documentación, que desde los ’90 se convirtió en una asociación civil para poder sostener, preservar y socializar todo el material.

-En este momento, desde el poder se esgrimen teorías negacionistas respecto de esos años. ¿Cómo evalúan eso?

-Es muy triste y doloroso ver lo que está pasando. Por eso mismo, nuestro espacio es un refugio, y un lugar para pensar y reflexionar. Como dice Liliana Bodoc en Los mocos de la furia, hay una furia por la injusticia, y con ella es que nos inspiramos para hacer esta exposición y estas actividades para la comunidad.

*Para consultar la información completa de la programación: @la_nube_cultura (Instagram) o https://lanubecultura.wixsite.com/lanube

@P12