La posibilidad de que Brasil se sume al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas pone en puja dos modelos de país, el que apuesta a Occidente y el que se vincula con los BRICS, dijo el analista Daniel Prieto. Para el politólogo Guilherme Simoes, el gigante sudamericano sigue la “estrategia correcta” al no descuidar el bloque comercial.
El Gobierno de Brasil continúa reclamando una reformulación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que permita la incorporación de nuevos miembros permanentes. Durante la 78° Asamblea General, el presidente Luiz Inacio Lula da Silva aseguró que el Consejo “está perdiendo progresivamente su credibilidad” y que “su fragilidad” se deriva de las acciones de sus actuales miembros permanentes: Rusia, China, Reino Unido, Estados Unidos y Francia.
El mandatario brasileño advirtió de una “necesidad urgente” de reformar el Consejo para otorgarle mayor representatividad y eficacia. La solicitud ha sido un pedido histórico de Brasil y reúne el interés de las India, Alemania y Japón, que también buscan un puesto fijo dentro de esa mesa de Naciones Unidas.
“Esta solicitud responde a una tradición de Itamaraty, el cuerpo diplomático de Brasil, que ha insistido durante al menos 20 años en una reformulación del sistema de integrantes de la misma ONU, de posicionar a Brasil como parte del Consejo de Seguridad”, explicó el politólogo Daniel Prieto.
De todos modos, el experto consideró que el pedido brasileño se da en un contexto concreto, debido que “responde a una intención de la política exterior que apela más a la multilateralidad, a un sistema multipolar“.
Brasil reúne una amplia experiencia como miembro no permanente en el Consejo, ya que ocupó ese rol una decena de oportunidades, convirtiéndose así en el país latinoamericano con más participación en la interna del órgano.
Durante 2023 participa como uno de los 10 miembros no permanentes, que integran el Consejo pero no cuentan con derecho a veto, un poder ejercido exclusivamente por los cinco miembros fundadores.
“Brasil ya se ha desempeñado como miembro no permanente y ha podido liderar discusiones que pasan por temas de mantenimiento de la paz, de promoción de atención humanitaria y de derechos humanos, también cuestiones sobre derechos de las mujeres y recientemente ya sobre temas de acción climática y protección de ecosistemas estratégicos”, explicó Prieto.
Sin embargo, para poder cambiar su rol dentro del propio consejo securitario de Naciones Unidas una de las estrategias llevadas adelante por Lula es intentar que China y Rusia apoyen esta agenda de reformas a la interna del órgano, sostuvo el experto. A pesar de ello, el presidente estadounidense Joe Biden estuvo de acuerdo en la necesidad de incorporar “más voces y más perspectivas en la mesa”.
Prieto recordó que desde Brasil hay especial interés en acceder a un lugar dentro del Consejo junto con el resto de los miembros de los BRICS que no tienen participación en el órgano de alto nivel —la India y Sudáfrica—. Desde EEUU, en tanto, se busca la ampliación para sumar a Alemania y Japón.
“Lo más difícil es que, de los cinco miembros permanentes, tres de ellos pertenecen a la OTAN —Organización del Tratado del Atlántico Norte—. Por supuesto no le interesa a esta organización militar que más miembros de fuera de esta organización entren como miembros permanentes del Consejo de Seguridad”, comentó a Sputnik el politólogo brasileño Guilherme Simões.
Si bien consideró que la incorporación de Brasil al Consejo aún es una incógnita, valoró que el gigante sudamericano no descuide otros ámbitos importantes de las relaciones internacionales, como los BRICS. “Brasil está siguiendo la estrategia correcta: fortalecer los BRICS y seguir con un discurso importante de mediar los conflictos del planeta”, enfatizó.
El analista repasó que, de incorporarse como nuevo miembro permanente, se desconoce aún si Brasil contará con la misma posición que el resto de los países fundadores. El desarrollo brasileño en materia de defensa y su condición de país no poseedor de armas nucleares ya supondría una situación de desigualdad frente al resto de las potencias.
Simões remarcó que si Brasil fuera aceptado debería tener “el mismo peso que el resto de los miembros o todo el Consejo perdería la importancia como espacio de decisiones”. Sin embargo, consideró que dotar a Brasil de tal posición pondría a EEUU en una situación incómoda.
“Brasil es el país más grande de América Latina, más fuerte. Tener una posición tan grande de prestigio afecta toda la dominación de los EEUU en el continente“, apuntó.
Prieto, en tanto, opinó que la reformulación deberá someterse al debate entre dos perspectivas de política exterior: por un lado, la que se busca desde los BRICS a favor de la multilateralidad y la multipolaridad, y por otro la que obedece a los intereses de EEUU y la Unión Europea en pos de “conservar la hegemonía de Occidente sobre la toma de decisiones desde el Consejo”.
En este marco, es importante la incidencia que puedan llegar a tener bloques como el G7 —Reino Unido, Alemania, Japón, Estados Unidos, Canadá, Italia y Francia— y el BRICS.
Prieto sostuvo que este factor es “clave” en la discusión de la reforma del Consejo y deslizó que el proyecto también debería abarcar organismos multilaterales financieros, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
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