Hannah McNish Jones, estudiante de intercambio de la Universidad Nacional de Colombia:
Todas las personas estudiantes que ingresan cada año a la UCR, dentro de un programa de intercambio, tienen la oportunidad de maximizar sus habilidades investigativas, tal y como lo hizo esta joven oriunda de la isla de San Andrés.
El tema del racismo y la igualdad de género en América Latina y el Caribe evoca pasiones y genera polémica, por eso es importante que se generen proyectos de investigación que aborden estos temas y ayuden a ampliar el conocimiento, para que las personas podamos tener una visión clara del sufrimiento que han vivido comunidades enteras, y con el objetivo de reconocer el daño y evitar cualquier ideología que impulse nuevamente episodios crueles e inhumanos.
Una de esas jóvenes investigadoras es Hannah McNish Jones, una estudiante de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y miembro del grupo étnico Raizal.
Dadas sus raíces afrocaribeñas y con el estandarte del estudio de la piscología como bandera, Hannah se mantuvo por espacio de seis meses en la Universidad de Costa Rica (UCR), como parte de un intercambio estudiantil. Durante su estadía, ella se planteó aumentar su conocimiento sobre el racismo y las luchas femeninas, para añadirlas al desarrollo de sus tesis de Licenciatura en Psicología, que cursa en la UNAL.
A continuación, conozca más sobre Hannah y su experiencia de haber estado un semestre en la UCR:
–¿Quién es Hannah McNish Jones?
–Hannah McNish: “Nací en Bogotá, capital de Colombia, pero me crié con mi familia en San Andrés, de hecho somos parte del grupo étnico Raizal. Nuestros colonos fueron los ingleses, entonces esta comunidad racial es una mezcla entre ingleses, algunos pueblos africanos que fueron esclavizados y que vinieron desde Jamaica, junto con colonos ingleses.
También tenemos mezcla de holandés, chinos y muchísimos más, entonces se trata de una composición muy interesante. La lengua materna, no la mía desafortunadamente, es el creole o inglés criollo, cuya base es el inglés con partes de holandés, algunas lenguas africanas, español, etc.
En mi familia nuclear somos solamente cuatro personas: mi mamá, mis dos hermanos de parte de mi mamá, y yo; también tengo otro hermano por parte de mi papá.
Son tres islas las que conforman el archipiélago de San Andrés, pues se le unen Providencia y Santa Catalina; todas son islas hermanas y tienen la misma comunidad originaria Raizal; por cierto, también estamos mezclados con los indígenas Mezquitos de Nicaragua.
Hice la escuela y el colegio en San Andrés, terminé la secundaria en la Institución Educativa de la Sagrada Familia, un colegio público católico que es de los mejores que hay allá”.
–¿Cuál ha sido su experiencia académica universitaria?
–HM: “Mi familia es de músicos y yo quería estudiar una licenciatura en música; toco flauta traversa y me gusta cantar. Pero entonces mi mamá, que es trabajadora social, me aconsejó estudiar psicología y finalmente entré a la UNAL, en donde me encuentro en quinto año de esa carrera.
Tengo que mencionar el hecho de que esta Universidad tiene ingresos especiales para comunidades vulnerables, como los grupos étnicos; entonces, para ganar un cupo compiten sólo entre los jóvenes de una comunidad determinada y no a nivel nacional, como el resto.
Y pues fue a mediados del año 2023 que vi la convocatoria para hacer un intercambio estudiantil con beca de ayuda económica, porque si no sería imposible, y por dicha esa era muy completa porque es suficiente para poder comer tres veces al día, pagar el alojamiento, los tiquetes de avión, y todo súper bien.
Esta convocatoria de las becas la sacó la Oficina de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia. Me inscribí y aunque el proceso fue lento y burocrático, al final se logró y obtuve una de las seis becas que se ofrecían.
Se podía escoger entre tres universidades y se aplicaba la selección por orden de prioridad a la universidad que uno quería aplicar de primera, segunda o tercera.
Algunos escogieron la Universidad de Córdoba y la Universidad de la Plata, ambas de Argentina; y aunque de primera opción puse una universidad de Chile, porque allá es muy fuerte la investigación sobre el tema de la cognición en piscología, al final me salió la beca para la Universidad de Costa Rica.
Y ahora siento que aquí me nutrí mucho más, porque mi profesora tutora, la Dra. Vanessa Smith Castro, es excelente en cuanto a cognición, que era en lo que yo quería ahondar. Me he enriquecido académicamente muchísimo más”.
–¿Cómo avanzó en su trabajo de investigación?
–HM: “La investigación encierra una historia comparativa entre Colombia y Costa Rica, a través de la teoría de Eduardo Bonilla Silva (sociólogo estadounidense), sobre el racismo.
Una de las relaciones que quería considerar es cuando alguien no tiene ganas de salir adelante o es muy sensible al tema racial, por ejemplo, aquellas personas que todo lo hacen mal, pero justamente porque no quieren hacerlo bien, porque creen que todo se los tienen que dar gratis.
La idea es identificar si en esto hay diferencias raciales o no a nivel país, pero estamos trabajándolo todavía porque no hemos encontrado suficientes datos para elaborar esta configuración; sin embargo, ya podemos hacer un análisis por género o por país.
Todavía no tenemos conclusiones, pero ya tenemos un borrador técnico que es el que además tengo que entregar en la UCR como un informe. Asimismo, tenemos el marco teórico, pero nos falta recolectar más datos.
Algo muy interesante que le puedo comentar es que las mujeres, sobre todo racializadas en Colombia, tienen muchísima conciencia social, esto demuestra que se tiene una idea del impacto del racismo estructural que se vive en las comunidades racializadas.
Entonces, es muy interesante porque yo siempre he pensado que la lucha, sobre todo las raciales y obviamente de género, son luchas de mujeres. Yo lo veo en mi comunidad, las personas que se alzan y protestan, si bien hay hombres, muchas son mujeres muy empoderadas y que tienen conciencia de lo que pasa.
Las mujeres somos así, somos unas berracas, poderosas, y por eso tenemos mucha incidencia en los movimientos sociales.
Cuando nosotros como comunidad racializada y personas que hemos sufrido de racismo, sabemos que esta clase de estudios son importantes para dar a conocer lo que se está haciendo para tomar acción, o sea, para identificar en dónde están los problemas. De mi parte necesito ahondar en la investigación y espero hacerlo en Colombia, para poder recolectar la información que me falta”.
–¿Cómo te impacta a vos en cuanto a la formación académica personal, este trabajo de investigación?
–HM: “Salgo con un entendimiento muchísimo más amplio sobre el fenómeno del racismo, sobre las comunidades étnicas, y sobre la parte histórica también. En general siento que salgo bastante fortalecida. También como psicóloga y en cuanto al trabajo clínico, pues supongo que en algún momento tendré que trabajar de manera clínica.
Creo que cumplí la meta de fortalecer esa perspectiva racial y de género, dentro del contexto educativo y clínico.
Mi apuesta en cuanto a la psicología clínica en específico, en la parte investigativa, era dejar que la comunidad hable y pueda expresarse. No todo puede ser sólo encuestas cerradas, hay que conversar y dejar que las personas hablen.
Con este estudio quiero exponer la manera en la que se percibe el racismo y cómo se puede contrarrestar las diferentes formas racistas de pensar. Entonces, si en algún momento tengo la oportunidad de trabajar en un contexto educativo, me gustaría apostarle a la etnoeducación antirracista”.
–¿Qué te pareció la UCR en general?
–HM: “Me gustan mucho las instalaciones, la naturaleza que la rodea, que tengan un río que atraviesa el Campus. Los profesores son muy cálidos, de hecho, siento que justamente por esa calidez de los docentes, y de los compañeros estudiantes, fue que me sentí muy bien, no sentirme sola ni lejos de mi casa.
Me sentí en comunidad, sentí el apoyo y ese calor humano que caracteriza a los costarricenses, y estoy muy agradecida por eso con todas y todos. A veces uno necesita conversaciones de humanos, no solamente académicas.
Algo que me favoreció es que Costa Rica y Colombia están relativamente cerca y se parecen, en cambio, en los países del Cono Sur ya cambia mucho la cultura.
Y una de las cosas que rescato es que haya otras personas de grupos étnicos y grupos vulnerables haciendo intercambios; eso a uno lo anima y me genera un sentido de identidad”.
UCR/