Quizá muchas personas no tomen en cuenta esa posibilidad, pero la tierra puede temblar en cualquier parte del archipiélago cubano, y esa condición requiere que la ciudadanía y los decisores tengan una mayor percepción del riesgo sísmico para reducir vulnerabilidades y saber cómo actuar ante un movimiento telúrico.
El doctor en Ciencias de la Tierra, Enrique Arango Arias, jefe del Servicio Sismológico Nacional y vicedirector técnico del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais), detalló a Granma que la zona del país más expuesta a sufrir un terremoto se localiza en la porción sudoriental, vinculada al sistema de la falla Oriente (Bartlett-Caimán).
«Históricamente, allí han ocurrido los eventos más fuertes, pero la cronología correspondiente al periodo de 1528 a la actualidad registra sismos a lo largo de toda la geografía cubana, algunos muy notables. Tal es el caso del reportado en el poblado de San Cristóbal, hoy provincia de Artemisa, el 23 de enero de 1880», afirmó.
Según el doctor Arango Arias, alcanzó una magnitud estimada de 6,0, produjo considerables daños materiales y llegó a ser perceptible en zonas de La Habana, para sorpresa de sus habitantes, no acostumbrados al vaivén de la tierra.
Dentro de los terremotos significativos acaecidos fuera del oriente cubano aparecen el de Remedios-Caibarién, el 15 de agosto de 1939, con una magnitud de 5,6, y los de Alonso de Rojas, Pinar del Río, el 11 de junio de 1981, y Jaguey Grande, Matanzas, el 16 de diciembre de 1982, que provocó rajaduras de paredes en varios centros escolares.
Más reciente, el 29 de junio de 2021, hubo un sismo de magnitud 5,1, nuevamente en San Cristóbal, el cual produjo más de 700 réplicas.
Pero si de grandes eventos telúricos se habla, imposible no mencionar el sucedido el 20 de agosto de 1852 en Santiago de Cuba, cuya magnitud estimada alcanzó 7,3.
Reportes de prensa de la época dan cuenta del derribo de más de mil viviendas, mientras hubo afectaciones considerables en las iglesias e inmuebles. Provocó, asimismo, deslizamientos de grandes piedras en las inmediaciones de la Sierra Maestra, junto a la aparición de anchas grietas en el terreno.
También, resulta notorio el registrado el 3 de febrero de 1932, en la propia urbe santiaguera, que destruyó de manera total o parcial el 80 % de las edificaciones, además de ocasionar unos 300 heridos y lesionados, y cerca de 20 víctimas mortales.
Para el Vicedirector Técnico del Cenais, es sumamente importante mantener la percepción de riesgo, pues la probabilidad de que ocurra un sismo fuerte allí es alta, tomando en cuenta que ya se cumplieron 92 años de ese último acontecimiento, y estamos inmersos plenamente en el periodo de retorno o recurrencia.
«Lo expuesto es válido, asimismo, para aquellas localidades del resto del territorio nacional que en épocas pasadas sufrieron los impactos de algún terremoto de interés; de ahí la premura por reducir la vulnerabilidad y evitar la construcción de edificaciones que no cumplan con la norma cubana de construcciones sismorresistentes», dijo.
CIENCIA EN PRIMER PLANO
Bajo la conducción del Cenais, en las últimas dos décadas se registra un incremento considerable de investigaciones fundamentales y aplicadas, que han fortalecido el conocimiento de la actividad sísmica, fundamentalmente en las zonas de más alto peligro.
La doctora en Ciencias Técnicas Grisel Morejón Blanco, vicedirectora científica del Cenais, precisó a Granma que, para disminuir el riesgo sísmico, es preciso bajar el nivel de vulnerabilidad y afianzar el reforzamiento estructural de los nuevos inmuebles y demás instalaciones de importancia socioeconómica, que se edifiquen.
«Ello requiere emplear modernas tecnologías que mitiguen el impacto de los terremotos y abaraten el proceso inversionista, además de establecer mecanismos de control capaces de asegurar el uso obligatorio de la norma sismorresistente establecida».
Como recalcó la doctora Morejón Blanco, el primer paso destinado a garantizar la seguridad sísmica en las edificaciones es contar con una norma actualizada, fundamentada en los nuevos resultados aportados por los estudios científicos en la esfera de la sismología y la geología.
«La primera aplicada en Cuba data de 1984 (antes de esa fecha, ese tipo de diseño se basaba en las procedentes de la antigua Unión Soviética), la cual fue sustituida por la Norma Cubana 46:1999, puesta en vigor en ese propio año», manifestó.
Hoy, puntualizó, está vigente la nc 46:2017, aprobada en 2017, pero esta no considera todos los elementos técnicos necesarios para garantizar el diseño adecuado de las construcciones en nuestro país.
Igualmente, utiliza coeficientes tomados de normativas foráneas y tampoco contiene requerimientos claves en la rehabilitación de estructuras, ni regula los criterios para el diseño sismorresistente de puentes, aseveró.
A partir de los conocimientos recientes tributados por los estudios desarrollados en el Cenais, referidos al comportamiento de la actividad sísmica en el área de Cuba y sus alrededores, la ingeniera concibió una propuesta dirigida a actualizar la NC 46:2017.
El documento, puntualizó, se fundamenta en la nueva zonación sísmica de Cuba, cuyos mapas constituyen la base de los códigos de diseño sismorresistente de edificaciones y resumen años de investigación, vinculada a estimar el nivel de peligrosidad en cada tramo específico del archipiélago cubano.
«Toma en cuenta, asimismo, la caracterización de los materiales de construcción a partir de ensayos destructivos y no destructivos, introduce los requisitos actualizados para el diseño de puentes convencionales de hormigón armado in situ o prefabricados y de acero, así como la respuesta dinámica de la estructura constructiva, mediante mediciones instrumentales y la evaluación integral de su vulnerabilidad», explicó.
De igual modo, la propuesta parte de la información completa del catálogo de sismos ocurridos en Cuba desde 1502 a la fecha, y contempla la aplicación un programa informático que modela el comportamiento de 22 fallas activas de sismicidad, entre otras herramientas científicas, subrayó la doctora Morejón Blanco.
Granma