Mientras intensas sequías, incendios forestales, plagas, uso de agroquímicos y otros factores inciden de forma cada vez más despiadada en el mundo sobre las colonias de abejas, que tienden, incluso, a disminuir, Cuba sigue obrando por la sostenibilidad de la apicultura y por la protección y supervivencia de esos laboriosos insectos, cuyos beneficios datan de siglos y civilizaciones anteriores.
A pesar de esas adversidades, y otras, asociadas a carencias de combustible, insumos, y al complicado panorama económico que enfrenta Cuba, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas, en 2022 el país acopió unas 9 200 toneladas de miel, volumen ligeramente inferior al año precedente que, por cierto, hizo recordar años como 1962, cuando las estadísticas registraron más de 10 000 toneladas.
Con una tradición en el giro y exportaciones durante más de 40 años, (el 90 % de lo que se produce tiene ese destino), Cuba mantiene la miel de abeja entre los ocho renglones de la Estrategia Integral de Exportaciones de Bienes y Servicios para el periodo 2019-2030, de acuerdo con el observatorio del sitio oficial del Ministerio del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera.
No por casualidad, a pecho y pulmón, los apicultores de Granma, segundo territorio productor después de Matanzas, inscribieron récord histórico para un mes, en marzo, con 220 toneladas, 36 por encima de lo acopiado en igual momento de 2018. En tanto, a mitad de año, habían superado las 500 y persisten para alcanzar las 1 100 toneladas previstas en el actual calendario.
Ni cortos ni perezosos, matanceros, santiagueros y camagüeyanos, por apenas mencionar tres provincias, mantienen la pupila fija en lo que llaman el segundo pico de producción, de octubre a diciembre.
LA MIEL, MUCHO MÁS QUE SEDUCCIÓN NATURAL
La seducción que dentro y fuera del archipiélago provoca la miel cubana, va mucho más allá de esa agradable sensación que deja en quien la degusta, envasada ya o recién extraída de la colmena.
Miles y miles de abejas extraen el néctar de flores como las de la campanilla morada y blanca, el bejuco de indio o leñatero, el romerillo de costa, el mangle prieto, el piñón florido, la zarza, la baría, el dagame y hasta la mismísima palma real; una expresión más de los encantos del trópico.
Símbolo de amor, de belleza y de fertilidad (se dice que Cupido sumergió sus flechas en miel para llenar de dulzura el corazón del amante), este es un producto rico en carbohidratos, fructosa, glucosa, con variedad de enzimas, aminoácidos, antioxidantes, ácidos orgánicos, minerales y vitaminas como las B, C, D y E.
Tal vez muchas personas que fomentan, cuidan, castran y multiplican las colmenas, desconozcan que, además de edulcorante natural y de su uso en las industrias alimentaria y cosmética, la miel tiene excelentes propiedades o aplicaciones como agente antibiótico, antinflamatorio y antioxidante.
Por el modo en que puede bajar la presión arterial, los beneficios que reporta para la salud cardiovascular, contra el colesterol, para reducir triglicéridos, curar quemaduras o lesiones, e incluso, aliviar la tos en niños, cada pequeña abeja merecería un monumento en la gratitud interna del ser humano.
Tampoco por azar, China, Türkiye, Irán, Argentina, Ucrania, India, Rusia, México, Estados Unidos o Canadá destacan como productores, mientras algunos de ellos y otros, como Alemania, Japón, Francia, Reino Unido, Italia, Arabia Saudita y Bélgica, han sido altos importadores y, por tanto, destinos potenciales de la miel cubana.
Hoy, más del 90 % de las colmenas cubanas pertenecen a apicultores privados, vinculados a cooperativas, muchos de ellos con cien o más colmenas y rendimientos superiores a los 45 kilogramos.
Técnicas de saneamiento in situ, castra en apiario para evitar el transporte de miel o de panales infectados, cambio de abejas reinas y sacrificio de colmenas ante el brote de enfermedades graves, defienden un programa que cuenta con tres plantas, y capacidad para procesar alrededor de 10 000 toneladas del néctar al año.
El agua se precipita de las nubes o brota de manantiales subterráneos. La miel es fruto de un proceso interminable, en el que cada abeja obrera realiza, durante sus escasos 50 días de vida, cerca de 200 000 vuelos para libar unas 7 200 flores y producir, apenas, cinco gramos de miel.
Eso es laboriosidad. Tal vez por ello, en muchas zonas del archipiélago, la colmena y sus abejas forman parte sensible de la familia del productor.
Granma