El centro capitalino incluye entre sus atractivos turísticos verdaderas obras de arte, algunas de uno de los grandes maestros de las artes plásticas salvadoreñas que deben visibilizarse y protegerse.
Aquellos que visitan el Centro Histórico de San Salvador —cuya revitalización sigue en proceso— no pueden dejar de sorprenderse con parte del legado de Carlos Cañas (1924-2013), el gran revolucionario de la forma de pintar de El Salvador, cuyo centenario de nacimiento se conmemoran este 3 de septiembre.
Una de las más reconocidas es la que decora la cúpula del Teatro Nacional capitalino, recinto cultural que fue inaugurado en 1917.
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El mural, de unos 230 metros cuadrados aproximadamente —según detalle posteado por el Ministerio de Cultura en su cuenta de X— ofrece una secuencia feliz e idílica de la vida. El fresco fue pintado en 1977 y el título de este según su autor es “Mestizaje cultural” y da protagonismo a la mujer en la historia del país.
Pero en el teatro, existe otra obra de arte del gran maestro de la plástica salvadoreña. Y si bien es más pequeña que la de la cúpula de la gran sala, es igual de bella.
Hablamos del mural en el que hoy es la sucursal de Starbucks del centro histórico.
Con este, el maestro trató de describir la función de un teatro, que es mostrar público las diferentes ramas del arte.
A pocos metros de estos dos frescos, se encuentra una ventana al pasado a través de la cual se puede admirar parte de los que fueron los espejos de agua que el maestro Cañas pintó en la Plaza Morazán.
En las redes sociales circula una antigua postal en la que puede admirarse cómo lucía esa zona verde en el centro de San Salvador en los años 60.
Estos espejos fueron redescubiertos el 27 de abril de 2017, cuando el gobierno municipal del entonces alcalde Nayib Bukele los encontró en una intervención realizada en esa zona de la capital.
Los dos mosaicos son de las primeras obras de arte abstracto de El Salvador del siglo XX que el maestro pintó, según lo manifestado por la doctora Astrid Bahamond, en el informe que realizó tras el redescubrimiento de los espejos de agua.
La cuarta obra de arte se exhibe en la actualidad en el primer nivel de la nueva BINAES. Es otra muestra de arte abstracto del maestro Cañas, que fue recuperada del antiguo edificio de la biblioteca que fue demolido para edificar las actuales instalaciones, donadas por China.
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