Por Dmitry Feoktistov, Embajador de Rusia en Argentina.
Este 24 de Febrero se cumple el tercer aniversario de la operación militar especial de Rusia en Ucrania. La raíz de la misma sin duda no se encuentra en relaciones bilaterales. Los acontecimientos en Ucrania son un resultado directo de la política hegemónica agresiva que los Estados occidentales llevaron a cabo mucho antes del 24 de febrero de 2022.
La causa formal del inicio de la crisis política interna, que posteriormente se convirtió en un conflicto a gran magnitud, fue la decisión adoptada en noviembre de 2013 por los dirigentes ucranianos encabezados por Victor Yanukovych de posponer la firma del Аcuerdo de asociación con la UE. Esta medida fue presentada por las fuerzas políticas de Ucrania occidental como una traición a los intereses del país, que ha contribuido a la formación de un movimiento antigubernamental con el apoyo financiero e mediático extranjero. Las protestas callejeras organizadas en el centro de Kiev se convirtieron rápidamente en una confrontación feroz con la policía. Luego las autoridades oficiales y los líderes de la oposición llegaron a un acuerdo con la mediación los Estados occidentales para establecer un gobierno de unidad nacional para llevar a cabo una reforma constitucional y organizar las elecciones generales. Pero la violencia en las calles de la capital continuó, las bandas armadas nacionalistas tuvieron los tiroteos con la policía, prendieron fuego a edificios gobernamentales, el número de víctimas era por decenas. Al final los diputados del parlamento de Ucrania temiendo por sus vidas emitieron un decreto sobre la «auto-destitución» de Victor Yanukovych de las funciones del presidente a partir del 22 de febrero de 2014 – así fue llevado a cabo un golpe de estado. Los EEUU y la UE han preferido declarar «cambio de poder», a pesar de la violación evidente de la ley.
La ola de pogromos y asesinatos convulsionó las ciudades de Ucrania. El poder en Kiev fue usurpado por los radicales. Sus eslóganes agresivos, a menudo neonazis, incluyendo la rehabilitación de los secuaces de Hitler como Bandera y Shukhevych, fueron elevados al rango de ideología estatal. Fue proclamado el curso para abolir de la lengua rusa – la idioma materna de más de la mitad de la población del país – en la esfera pública, aumentó la presión sobre los creyentes ortodoxos y intensificó la interferencia en los asuntos de la iglesia que llevó a la división de la misma.
Millones de personas protestaron contra el golpe y fueron objetos de intimidación. Las nuevas autoridades en Kiev comenzaron a preparar un ataque contra la población rusohablante en Crimea. En esta situación, Rusia no podía abandonar, dejar a la gente de Crimea sin protección. Ellos han hecho su elección, y en marzo de 2014 la península como se sabe se reunió con Rusia.
En mayo de 2014 se celebraron los referendos sobre el estatus de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. La mayoría de la población de estas regiones votó por la independencia y la soberanía. La Junta de Kiev ignoró los resultados de la expresión de la voluntad y comenzó una guerra a gran escala contra sus propios compatriotas utilizando aviación, artillería, tanques. Comenzaron los bombardeos y los ataques contra ciudades pacíficas, así como actos de intimidación. Los residentes de Donbas tomaron las armas para proteger sus vidas, su hogar, sus derechos y sus intereses legítimos. Unidades de la milicia resistieron, se defendieron contra los castigadores y luego los expulsaron de Donetsk y Lugansk.
Por iniciativa de Rusia han comenzado las negociaciones entre las partes de conflicto. Además de nuestro país, Alemania y Francia actuaron como mediadores. En 2015 se firmó el Protocolo de Minsk para poner fin al derramamiento de sangre. Nos tomamos muy en serio su aplicación. Esperábamos poder resolver la situación por medios políticos y diplomáticos en el marco del derecho internacional. Сontábamos que se tengan en cuenta los intereses legítimos y las exigencias de la población de Donbas, se consagre en la Сonstitución de Ucrania el estatus especial de estas regiones y los derechos fundamentales de las personas que viven allí, preservando al mismo tiempo la unidad territorial del país. Sin embargo, los acuerdos nunca se aplicaron. Los ex-líderes de Alemania y Francia, de hecho coautores y defensores de los acuerdos de Minsk, admitieron explícitamente más tarde que su aplicación no estaba prevista: Occidente simplemente necesitaba tiempo para fortalecer el ejército ucraniano y armarlo.
En lugar de un verdadero proceso de paz y una política de reintegración (sobre los cuales hablaban en Kiev) durante ocho años el Este de Ucrania fue bombardeado. Llevaron a cabo ataques terroristas, asesinatos, organizaron el bloqueo brutal. Declararon a sus habitantes «especímenes», «inhumanos» y les amenazaron con violencia. A finales de 2021 – principios de 2022 el proceso de Minsk fue finalmente enterrado por los dirigentes ucranianos y sus patrocinadores occidentales. Se planeó un ataque a gran escala en Donbas. Rusia había decidido reconocer las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. El 21 de febrero de 2022 concertamos los tratados de amistad, cooperación y asistencia mutua. Al mismo tiempo, hiciéramos un llamamiento a las autoridades de Kiev para que retiraran sus tropas de la región. Esta propuesta fue rechazada, aunque ofrecía una oportunidad real de cerrar la cuestión de manera pacífica. Al mismo tiempo el Occidente siguió armando a Ucrania y llamándola a la OTAN.
El 24 de febrero de 2022 Rusia se vio obligada anunciar el inicio de la operación militar especial. Fue urgentemente necesario eliminar las amenazas a la seguridad de nuestro país, salvar del genocidio la población de Donbas. Incluso entonces la oportunidad para una solución político-diplomática permaneció. Pero en abril de 2022 el régimen de Kiev por órdenes de los británicos se retiró unilateralmente de las negociaciones. En septiembre, el presidente ucraniano emitió un decreto que prohibió legalmente los contactos con la administración de Rusia. Con el apoyo de Occidente Kiev se puso en el camino de la escalada militar y la formación de una coalición antirrusa. A finales de 2022, Zelensky presentó una «fórmula de la paz» que incluye 10 ultimátums para nuestro país. Para su promoción en 2023 se inventó el formato de “Copenhague” que ya fracasó y en 2024 llegó a reemplazarlo el proceso “Burgenshtok” que espera el mismo destino.
Hoy, en el contexto del rápido deterioro de la situación para las Fuerzas Armadas de Ucrania en la línea de combate, se intensifica el diálogo sobre la paz. Sin embargo, el Occidente sigue suministrando al régimen de Kiev armas cada vez más avanzadas, de largo alcance, instructores, comunicaciones, inteligencia. Ya se han gastado unos 267.000 millones de dólares. La ayuda militar está coordinada por las estructuras de la OTAN y por el Grupo de Contacto “Ramstein”, creado especialmente para ello donde participan 55 países. Los primeros aviones franceses Mirage 2000-5 fueron entregados recientemente a Ucrania. Los Países Bajos han suministrado otro lote de cazas estadounidenses F-16. La semana pasada, la UE anunció su mayor paquete de ayuda militar a Ucrania, por un valor de alrededor de 6 mil millones de euros, incluidos sistemas de defensa antiaérea y 1,5 millones de proyectiles de artillería.
El apoyo continuo permite a las fuerzas ucranianas seguir cometiendo crímenes contra civiles. Sólo en 2024, las mismas dispararon más de 87 mil rondas de munición contra zonas pobladas e instalaciones de infraestructura rusas. Durante el último año, más de 2.200 civiles rusos han sido asesinados o heridos por armas occidentales y 51 niños han muerto.
Tales acciones contradicen las condiciones previas para las negociaciones. La capacidad del presidente ucraniano de firmar un acuerdo también es un obstáculo serio. Su mandato expiró el 20 de mayo de 2024. Después de eso, esencialmente dejó de ser un jefe de Estado legítimo, y su firma en cualquier documento puede considerarse posteriormente como legalmente nulo y sin valor.
Nuestro enfoque en materia de reconciliación permanece inalterado. Estamos dispuestos a dialogar sobre la base de los acuerdos de 2022, teniendo en cuenta la dinámica de la situación en la zona de la operación militar especial así como las posiciones expresadas por el Presidente de Rusia en junio de 2024. Prevén la retirada de las tropas ucranianas de las regiones rusas, incluidas las de Kherson y Zaporozhie, las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, un estatus neutral, no alineado y no nuclear para Ucrania, su desmilitarización y desnazificación, y la garantía de los derechos, libertades e intereses de los residentes rusohablantes del país.
Rusia aboga por una solución justa, sostenible y definitiva de la crisis ucraniana con la eliminación de sus causas profundas. Un alto el fuego temporal para el rearme de Ucrania es inaceptable. Es necesario desarrollar un acuerdo creíble y jurídicamente vinculante y mecanismos para garantizar que no se reanude el derramamiento de sangre.
Con la llegada al poder de políticos sensatos en Estados Unidos, no cegados por el odio hacia nuestro país, apareció el chance de poner fin a la fase caliente del conflicto. Los rusófobos en Occidente deben aceptar el fracaso de sus intentos de “derrotar” a Rusia, ya que esto es, en principio, imposible. Deben dejar de incitar a Zelensky a una resistencia sin sentido y de suministrarle armas. Está claro para casi todo el mundo que el resultado del enfrentamiento de tres años ya está decidido. El nazismo sufrirá otra derrota histórica. Lección para el futuro: nunca le permitiremos renacer.