El fallecimiento del pintor y escultor colombiano Fernando Botero, referente del arte latinoamericano, consterna a Colombia. El curador y especialista Camilo Castaño aseguró que será recordado como un “gran pintor” que tenía la “capacidad de convertir lo cotidiano en algo impactante”. El pintor, que continuaba trabajando en su estudio a estas alturas de su vida, sufrió una neumonía y falleció en su hogar en Mónaco, lugar al que pidió ser trasladado para enfrentar sus dolencias después de internarse en un centro médico.
A los 91 años y tras décadas de éxito en el mundo de las artes, falleció el pintor y escultor Fernando Botero, uno de los artistas más reconocidos de Colombia, que logró posicionarse a nivel internacional.
“Botero deja un legado enorme para el país y para la ciudad de Medellín. En el Museo de Antioquia dejó 189 obras en pintura, dibujo y escultura, y en Medellín unas 27 esculturas monumentales que le han dado identidad a la ciudad“, dijo uno de los miembros del equipo curatorial de ese recinto cultural, Camilo Castaño.
Veintitrés de las 27 esculturas que se encuentran en Medellín se ubican en la Plaza Botero —que lleva el nombre en honor al artista— y otras pueden encontrarse en el Parque San Antonio y en el Parque Berrío. Las obras de Botero no sólo se exhiben en las calles de Colombia, sino en las ciudades y museos de todo el mundo como Estocolmo, París o Madrid.
Oriundo de Medellín y autodidacta, Botero supo desde muy joven que su vocación era ser pintor, contrario a las expectativas que tenía su familia tras enviarlo a la escuela de tauromaquia que funcionaba en la plaza La Macarena de Medellín.
Ganar un concurso de pintura le abrió las puertas para viajar a Europa e instruirse en el mundo de las artes y con tan solo 24 años el artista incorporó la exaltación del volumen y la monumentalidad como sello personal, según información difundida por el propio Museo de Antioquia.
Desde entonces, tanto sus pinturas como esculturas se destacan por transmitir sensualidad y exaltar la realidad.
Castaño explicó que el periodo histórico del Renacimiento fue crucial en la obra de Botero. “Ese Renacimiento tenía la preocupación por exaltar los valores factuales de las cosas, hacerlas más creíbles“.
“La pintura en ese momento tenía un rol social y se tenía que ver creíble porque encarnaba mensajes para las comunidades, sobre todo mensajes religiosos“, agregó el experto.
Con ese propósito, el artista comenzó a darle monumentalidad a sus obras. En un inicio, Botero buscó ser muralista, pero se terminó decantando por la pintura de caballete. En esta etapa “sus figuras desbordan el lienzo, se vuelven enormes, grandísimas”, describió Castaño. Esto con el tiempo termina derivando en una sensualidad y en un volumen que conforman el estilo del artista.
Otra de las características de Botero es que “tenía la capacidad de convertir lo cotidiano en algo impactante. El volumen y la exacerbada mirada de la cotidianeidad es lo que lo hace tan reconocible en todas partes“, apuntó.
Los primeros años del artista estuvieron marcados por el Renacimiento Italiano y por el trabajo de muralistas mexicanos, así como de la estatuaria precolombina. Más adelante, el artista viaja a Nueva York, se inspira en la pintura expresionista y “su pincelada se vuelve más violenta“.
También vivió en París, donde empieza a suavizar las pinceladas y hacer cambios en su paleta de colores hasta convertirse en el Botero con “más serenidad en las imágenes, de mucha volumetría y color intenso“.
Sus figuras se tornaron íconos del arte latinoamericano del siglo XX y dejaron un legado plástico que “es parte de la consolidación de la modernidad colombiana y latinoamericana”, según la valoración de Castaño.
El artista fue un referente de “internacionalización de los artistas” y utiliza el humor, la sátira y a veces la crítica en sus obras, en las que hace una revisión de la historia del arte y la pintura occidental.
Botero se enfocó en la pintura de bodegones, paisajes, retratos e incluso versiones de muchas obras famosas. Una de las más conocidas es su Mona Lisa, un óleo sobre lienzo de 1958 inspirado en la obra del renacentista italiano Leonardo Da Vinci.
Castaño enfatizó que el pintor “se propuso mostrar los aspectos más amables de la vida“. Sin embargo también se enfocó en momentos duros de la historia a nivel nacional e internacional: retrató a modo de crítica momentos del conflicto armado colombiano y las torturas cometidas en la cárcel iraquí de Abu Ghraib por personal militar estadounidense, por ejemplo.
“Todas estas cosas relacionadas con temas violentos él nunca las vendió, las donó a instituciones“, sostuvo el experto, que agregó que el Museo de Antioquia, el Museo Nacional de Colombia y el Museo Botero cuentan con obras relacionadas al conflicto armado, mientras que en la Universidad de Berkeley se encuentra la donación de la serie sobre el recinto carcelario, donde el Ejército norteamericano ejerció actos crueles y degradantes contra los detenidos.
En Colombia el trabajo del artista puede visitarse en el Museo de Antioquia, donde se exhiben 189 obras, en el Museo Botero del Banco República, que reúne 123 pinturas, dibujos y esculturas—sobre todo de la etapa más madura del pintor—y en el Museo Nacional de Colombia, donde se exhiben unas 70 obras.
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/ Imagen principal: El Confidencial /