La parranda de Puerto Rico, una curiosa tradición navideña.

La parranda de Puerto Rico, una curiosa tradición navideña.

Con la Navidad ha pasado como con esos productos de éxito que han logrado que la marca se convierta en el nombre genérico del producto, que la celebren religiosos o laicos y, sobre todo, comerciantes de todas las etnias del mundo. Así, tenemos que la navidad es la fiesta de diciembre que empieza en noviembre y termina en enero… excepto en Puerto Rico.

Las fiestas navideñas en el Caribe y América Latina tienen en común, como en casi todo el mundo, su componente religioso, mercantil y consumista. Pero también sus particulares exuberancias tropicales, cómo no. En la Navidad latina sobresale la fiesta (la parranda de Puerto Rico), la música, la comida, la buena voluntad, la paz momentánea, la bebida, y todo ello se sintetiza de forma exponencial en Puerto Rico. Son los puertorriqueños quienes, además, tienen una fecunda tradición musical específica en la que se utilizan varios instrumentos propios de la Navidad de Puerto Rico. Las calles del país se llenan de música con el aguinaldo, la plena y el seis. Se trata de géneros musicales autóctonos junto a los villancicos, de tradición española. Hoy veremos, más específicamente, la parranda de Puerto Rico, una curiosa tradición boricua.

La Navidad en Puerto Rico

La navidad boricua comienza oficialmente en noviembre con la celebración del Día de Acción de Gracias. Termina 16 días después del Día de Reyes con las famosas fiestas denominadas La Octavita. Pero en los últimos años, el espíritu navideño y las decoraciones comienzan a mediados del mes de octubre. Y finaliza en febrero, con los Octavones. Se trata de una fiesta que no es más que una prolongación de La Octavita. Así que, entre pitos y flautas, los boricuas tienen como diez fiestas navideñas solemnes:

  1. Las Misas de Aguinaldos
  2. Nochebuena
  3. La Misa de Gallo
  4. El Día de Navidad
  5. Despedida de Año
  6. Año Nuevo
  7. Día de Reyes
  8. Las Octavas
  9. Las Octavitas
  10. Los aguinaldos (parrandas, trullas o asaltos)

La parranda de Puerto Rico

El asalto navideño o parranda es una práctica muy popular en Puerto Rico. En ella, un grupo de amigos o familiares se lanzan a la calle equipados con los instrumentos musicales típicos de la Navidad en Puerto Rico. Llevan cuatro (guitarra típica del país), maracas y güiro. Y se sueltan a cantar y a bailar por las casas de los vecinos, con versos alusivos a que les abran la puerta, les den de beber y de comer. «Ábreme la puerta, ábreme la puerta, que estoy en la calle, y dirá la gente, que esto es un desaire». El dueño de la casa asaltada abre la puerta e invita a los parranderos a entrar y luego se une al grupo para seguir asaltando otras casas.

Con el nombre de Asalto Navideño (volumen I y II), los salseros Willie Colón y Héctor Lavoe, boricuas residentes en Nueva York en los años sesenta, propinaron uno de los golpes culturales más importantes dentro de las tradiciones festivas de Navidad. Lograron fusionar los ritmos tradicionales puertorriqueños de la bomba, la plena, el aguinaldo y la música jibara (campesina) con las revolucionarias armonizaciones de la salsa neoyorquina. Algunos pusieron el grito en el cielo (nunca mejor dicho), pero el invento cuajó y terminó imponiéndose no solo en Puerto Rico sino en muchos países del Caribe. Desde entonces, estos discos forman parte de la navidad tanto como el Árbol o el Pesebre.

Fundación Aquae apuesta por una Navidad sostenible

Por sus derroches, la Navidad –en Puerto Rico o en cualquier otro lugar– no es precisamente una celebración muy propicia para la sostenibilidad del planeta. Por ello no faltan los sensatos que cada año nos emplazan a que la celebremos de forma más sostenible. Cuidando la alimentación sana, favoreciendo el comercio justo y de proximidad. Solidarizándonos con nuestros vecinos, protegiendo los animales. O evitando los desperdicios de plástico, empezando por el propio e infaltable árbol de Navidad. Sobre este emblema de las fiestas navideñas, pese a lo que se cree, es mejor que sea natural.

Si no prestamos atención a este llamamiento y si no actuamos en consecuencia, alguna Navidad podrían dejar de beber los peces en el río. De todas formas, la alegría momentánea que genera la época navideña sí que ayuda a la sostenibilidad psíquica de los habitantes que la celebran, más allá de sus creencias o incertidumbres. ¡Feliz Navidad!

@fundacionaque.org

/Fuente de imagen: fundacionaque.org