La diminuta imagen de Nuestra Señora de la Concepción de Suyapa fue hallada un sábado del mes de febrero, por Alejandro Colindres, un joven y humilde labrador y por un niño de ocho años llamado Jorge Martinez, quienes regresaban a la aldea de Suyapa, cansados de trabajar todo el día en la cosecha del maíz.
Ya llevaban la mitad de la jornada cuando les anocheció. Habían llegado a la quebrada del Piligüín un buen lugar para pernoctar. Allí se acostaron en el duro suelo. Enseguida Alejandro sintió que un objeto, al parecer una piedra, le impedía acomodar la espalda. A oscuras lo tomó del suelo y lo arrojó lejos.
Curiosamente al recostarse nuevamente sintió aquella molestia en el mismo lugar y esta vez no lo tiró sino que, intrigado por lo acontecido, lo guardó en su mochila. A la luz del amanecer descubrió sorprendido que el misterioso objeto era una pequeña imagen de Nuestra Señora tallada en madera de cedro.
Nuestra Señora de Suyapa mide apenas seis centímetros y medio; obra muy antigua posiblemente trabajada con devoción por algún artista aficionado. En su mirada angelical se refleja la nobleza de la raza indígena. Es morena, de rostro ovalado, mejillas redondeadas, y su lacia cabellera le llega hasta los hombros. La imagencita tiene sus diminutas manos unidas en actitud de oración. El color original de su vestidura es el rosa pálido, que apenas se deja ver por estar totalmente cubierto por un manto oscuro tachonado de estrellas doradas y adornado con valiosas alhajas. Colocado al frente de la imagen, un resplandor de plata sobredorada la enmarca. Es una cosa peculiar, pues tanto el resplandor, como la aureola, suelen verse habitualmente en el respaldo de las imágenes. El resplandor está formado por dos aros cerrados en forma de número ocho del que salen los rayos que rodean a la Virgen. El aro superior está nimbado por doce estrellas de plata. El conjunto nos recuerda a la mujer vestida de sol que aparece en el Apocalipsis. De plata sólida es la esfera que sirve de apoyo a la imagen que tanto venera el pueblo hondureño.
En 1925 Pío XII declaró a Nuestra Señora de Suyapa Patrona de la República de Honduras, y se escogió el 3 de febrero como el día de la celebración patronal, con misa y oficio propios.
El primer milagro notable, atestiguado notarialmente, ocurrió en el año de 1796. La primera ermita se bendijo en el 1780 y el templo actual, de enormes proporciones, capaz de albergar a las multitudes que peregrinan a Suyapa, recibió la visita de Juan Pablo II en 1983. En el país de los pobres, este Santuario de Santa María de Suyapa se encuentra enclavado en una de las zonas más humildes de la ciudad.
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